viernes, 26 de diciembre de 2008

COMPAÑERA

La sangre de miles de muertos
nos unía
como una gran lágrima sonriente.
Ella era la alegría toda
Yo era la nostalgia pura
Y la risa y el llanto se hicieron uno.
Por breves momentos.
El amor nos había escogido
para jugar un corto juego.
Y compartimos mil recuerdos.
Mil canciones y mil sueños.
El amor nos había escogido.


Pero comenzó la división doctrinaria
Y el amor se transformó en recelo
Un mismo ideal nos unía
Según yo.
Un origen común nos unía
Según yo.
Una misma bandera
Según yo.
Pero no era así.
Ella se aferraba a su razón.
Ella fue alejada de mí.


Comenzó la pena interminable
La lucha desigual y ridícula
Y pasó el tiempo
Y llegó la indiferencia.
La cruel indiferencia.
Yo sentía el olor de otras flores
pero su aroma siempre regresaba;
y me hacía mal.
Ciertamente el amor
ya nos había olvidado.


Nos separaban mil geografías
Nos separaban quinientas batallas
Y yo era derrotado
en el combate diario.
Pero jamás la olvidé.
Jamás aparté sus ojos
de mi pensamiento.
Jamás aparté su pelo
de mis sueños.
Ella fue transformada
en una idea
en mi cerebro.


Hoy ya es demasiado tarde.
Ha triunfado la horrenda criatura.
El amor nos escogió una vez
Pero creo que nos ha olvidado.
Hoy ya casi no nos saludamos
Hoy ya casi no existimos.
Adiós mi muchacha roja
El beso triste se ha ido
para siempre.
Que pena que todo haya terminado.
Pero en fin,
ha terminado.
Me hubiera gustado
ser feliz contigo.
Algún día
Cuando fuéramos dioses.

jueves, 30 de octubre de 2008

ESCRITO EL 2005


El mes de noviembre marca el inicio del final de un año. Es como si comenzáramos a respirar el último aliento antes del fin, antes de dejar atrás y enterrar lo pasado, antes de empezar de nuevo, más renovados, con más energía, pensando en hacerlo mejor. ¿Qué cosas no hicimos, qué cosas hicimos mal, que hubiéramos podido hacer mejor, qué errores cometimos? Muchos asuntos se nos vienen a la cabeza con respecto a lo ya vivido y a lo poco que queda para el término de un calendario más. Reflexionamos acerca de las cosas buenas y malas que nos pasaron en los 10 meses anteriores, pero con la convicción de que aún queda un poco de tiempo como para corregir algún error o para hacer algo nuevo, con la intención de que al llegar a la noche de año nuevo la carga del año que termina sea finalmente más positiva que negativa.


En lo personal, tomando en cuenta mi extremadamente cíclica existencia, noviembre representa la plenitud de la primavera en el sur del mundo, estación del año que siempre trae consigo un ambiente de tranquilidad y armonía, y que de alguna forma calma y apacigua mi, a veces, tormentoso espíritu. Agosto es el mes que deja atrás la oscuridad del invierno, el mes del cambio y de la renovación de la vida y los nuevos brotes en los árboles. Septiembre trae consigo la alegría en nuestro entorno y la aparición de las flores. Octubre es la consolidación de la primavera, y sus aires renuevan el alma y el corazón. Noviembre es la cumbre, y la antesala de una temporada de mayor relajo y tranquilidad, y también de mucho calor (demasiado tal vez para este próximo verano). En estos meses reinan en mí la paz y la esperanza en tiempos mejores, y trato de disfrutarlos. Para eso dimos una dura pelea y queremos saborear la victoria.


Bendiciones para todos, hermanos y hermanas. CARPE DIEM!

jueves, 25 de septiembre de 2008

DESPEDIDA...



Despierto temprano y me levanto
Abro la ventana y respiro el aire fresco
Miro el cielo y está azul, azul como nunca
Asomo mi cabeza y observo el verde del suelo


Los árboles parecen imperturbables
Victoriosos ante el incipiente verano
Los gorriones cantan, mágicos
Algunos caracoles todavía buscan la humedad del rocío


Ante tan maravillosa y simple belleza
Mi alma se regocija y encuentra paz
Y de pronto te recuerdo
Te busco en la inmensidad del infinito
Observo las flores a ver si encuentro tus ojos
Escudriño los árboles a ver si veo tu pelo
Escucho el cantar de los pájaros a ver si oigo tu voz
Pero no estás
Y tal vez nunca estuviste
Sólo fuiste un fantasma en mi pensamiento


Existes en realidad?
De verdad entraste en mi corazón alguna vez?
O sólo fuiste un sueño?


Sigo mirando el jardín
Te ordeno que aparezcas y apareces
Danzas sobre el césped, descalza
Me sonríes y me llamas
Ahí estoy, sobre el prado y junto a ti
Me tomas la mano y me besas
Bailamos
Reímos y conversamos
Corrimos juntos
Caminamos tomados del brazo
Me siento feliz por un instante
De pronto miro tus ojos y están tristes
Ya no ríes, ya no bailas
Tu figura es como un fantasma
Te desvaneces, ya no estás
Nunca estuviste


Si tan sólo hubieras sido algo más que un fantasma
Desapareces y el jardín vuelve a estar vacío
Sólo los pájaros siguen cantando
Y los caracoles ya se ocultaron del sol
Miro el cielo y está azul, azul como nunca
Y así pasan los días
Y todas las mañanas me asomo a la ventana a ver qué encuentro
Y el mundo sigue ahí, tal cual.

viernes, 29 de agosto de 2008

LOS DESCENDENTES VERSOS DE LA TIERRA DE LOS SECRETOS


Las máscaras lentamente navegan por mi espacio
Un sol solitario me mira desde la cúpula
Y llora
Las explosiones son miles
Las estrellas llueven en la noche
Las soledades deambulan acompañándose entre sí
Colores y más colores
Sonidos y más sonidos.



Marchan los guerreros a la batalla
La sangre derramada los persigue
Desgarros inconscientes se liberan y dan vueltas y vueltas
Los planetas se revelan
Y el cosmos baja a beber del dulce río
Más explosiones
Y finalmente la calma.



La paz invade la tierra de los secretos
La caravana avanza triste
Como un doliente funeral
Nuwanda siente la pena y el dolor
Ya nadie vela su descanso
El tiempo lo abraza y las soledades se van.



Marchan los ángeles al paraíso
Le dicen adiós y él no los ve
Trata de seguirlos pero no puede
No sabe escuchar el ruido de sus pasos
Todo parece estar tranquilo ahora.



Tardan las verdades en darse a conocer
Los secretos vuelan junto a las golondrinas
Las mentiras navegan
Como máscaras.



Mi espacio se cierra ante mis ojos
Su pena se encarna como un alma
Él y yo uno somos.



Nuwanda también ve navegar las máscaras
Yo tampoco veo los ángeles marchar.



Los dos nos queremos ir de la tierra de los secretos.

jueves, 3 de julio de 2008

Recordando un mensaje de hace 3 años...


Acaba de terminar el invierno más frío de todos los que he visto pasar, desde que tengo memoria. Sabía que sería un invierno duro, y lo fue (y no hablo ni del frío ni de la lluvia). No es que estuviera predispuesto a ver en el invierno una época de sólo problemas y oscuridad. No es eso. Pero me conozco, por eso lo sabía desde antes. Pero di la pelea como nunca. Y aquí estamos. Esperando el verano más caluroso de la historia. Pocos piensan en serio en esto del calor, pero el efecto invernadero y el calentamiento global harán los veranos insoportables en un par de años más. Pero bueno, ese es otro tema...



Recuerdo cuando predispuse mi propia muerte para los 27 años de edad. Y pasé los 27 pues. Y también los 28, y el próximo año cumplo 29 (hasta escribiendo en la más absoluta soledad no puedo evitar ponerme rojo al pensar en lo viejo que estoy...). Y no pienso morirme todavía. Me aburrí de ver la vida como una lucha permanente, una pelea que hay que dar. Es cierto, no es fácil. Pero la vida es algo que no se puede desperdiciar sufriendo. Estoy dispuesto, de una vez por todas, a vivir la vida y a tratar de disfrutarla. A veces se extraña el tiempo libre o los recursos necesarios para vivir la vida al máximo. Pero si no se puede, ahí está la familia, para disfrutar de su cariño. Ahí están los amigos, para disfrutar de su compañía. Ahí está la naturaleza, para disfrutar de su belleza y su perfección. Y ahí está Dios, para disfrutar de su invisible cariño, compañía y perfección, listo a responder si realmente lo queremos así. Y si estamos siempre ocupados, necesariamente construyendo futuro o presente, bueno; los ratitos que tengamos, disfrutarlos al máximo y rodearlos de amor. Es la única forma de sobrevivir y hacer llevadera esta vida que a veces no cuesta y nos maltrata, pero que es la única que tenemos.



Si te llegó este mensaje, es porque eres o fuiste alguien muy importante en mi vida, y te quería contar lo que siento ahora para compartir contigo este pensamiento positivo. Te agradezco por visualizarme contento, feliz, y así haberme ayudado a continuar. Y te agradezco porque seguirás ahí, en algún lugar, deseando lo mejor para mí. Gracias por ser parte de este mundo, te deseo lo mejor, toda la felicidad posible, mil bendiciones y mucha paz...

lunes, 24 de marzo de 2008

EN BUSCA DEL ESTANQUE PERDIDO


Recuerdo que durante nuestra adolescencia, en la época del Liceo, mis compañeros de curso (mis únicos amigos en esa época) y yo, solíamos salir a caminar en las tardes, después de las clases y del almuerzo. Eran sagradas nuestras dos o tres excursiones a la semana como mínimo, a lugares algo apartados del pueblo, donde abundaban los árboles, los arroyuelos, el campo. Recorríamos toda la periferia rural de nuestro Nacimiento, buscando lugares cada vez más nuevos para nosotros. A veces poníamos nombres a pequeños canales, senderos o lomas, y los llamábamos así por siempre. Mientras caminábamos contábamos historias, chistes, hablábamos de nuestras cosas, y hasta cantábamos. Todo mientras respirábamos un exquisito aire, lejos del podrido olor de las industrias.

Nuestro lugar favorito quedaba como a dos horas caminando. Cuando nos despedíamos después de clases, alguien daba la idea: “vamos al cerro hoy día”. Casi siempre era yo el más entusiasta. Allí íbamos también los fines de semana, salíamos casi de madrugada de nuestras casas para aprovechar bien el día. Llevábamos comida y todo lo necesario (incluyendo cigarrillos). Después de cruzar la carretera, caminábamos por un extenso llano hasta dejar atrás el ruido urbano. Había que atravesar sitios privados (muy sigilosamente), arroyos, delgados puentes de troncos atravesados, bosques, subir empinadas cuestas, bajo el ardiente sol o la fría lluvia invernal. En los puentes donde parábamos a beber agua y descansábamos, siempre escribíamos cosas; mensajes, saludos, y los nombres de las niñas que nos gustaban. Cuando éramos varios, entre 6 y 8, jugábamos a la guerra de terrones y a la estrategia militar. Más de una vez tuvimos serios problemas con alguna jauría de perros, de las casas de campo. Y así, hasta llegar al Mirador, un lugar desde donde se podía ver nuestro pueblo completo, muy a la distancia, y de fondo el horizonte y el volcán Antuco. Nunca he vuelto a gritar tanto y a sentirme tan libre. A veces éramos sólo Rodrigo y yo, donde el paseo y la conversación se tornaba un tanto más intelectual. Improvisábamos poemas mientras caminábamos, según el paisaje. Hablábamos de cosas mas serias, y criticábamos (y arreglábamos) el mundo entero. Muchas teorías nacieron en esos viajes y en ese lugar. También muchas ideas que nunca se concretaron. Pero siempre ese lugar tuvo una mística. Para todos nosotros, para todo el grupo, ese lugar era muy especial.

Pero ese no era nuestro objetivo. Muy cerca del Mirador estaba nuestro lugar: El Estanque. Era una antigua represa abandonada, atrapada por la selva, a la que costaba mucho llegar. El agua era muy fría y de un color verde intenso. El único que se atrevió a bañarse allí fue Rodrigo, y nunca pudo tocar el fondo. El lugar estaba rodeado de arboles nativos, telarañas inmensas, y cerros por ambos lados. Ahí nos pasábamos casi todo el día, buscando nuevos pasadizos, refrescándonos y “vegetando”.

Al regreso, muchas veces ya oscuro, al pasar por el mirador podíamos ver las luces de Nacimiento, Coihue, Mininco, Angol, Renaico, y la lejana iluminación de Los Angeles, que también alcanzábamos a divisar. Ahí, comenzaban los cuentos de terror, y el intento de asustar. Al pasar por el bosque de grandes pinos antes de salir al camino, la oscuridad siempre era tal que nadie podía ver nada, y no faltó la ocasión en que no aguantamos el miedo y salimos corriendo, para salir luego del bosque (cuántas veces nos caímos y rodamos por el suelo en esa situación). En fin, nunca me olvidaré de todas esas anécdotas e historias.

Durante ocho años no volví a visitar ese lugar, y jamás estuvimos todos juntos de nuevo, de una sola vez. Nadie volvió a plantear la idea de “ir al cerro”. Ahora la vida de adulto era más importante, los estudios, el trabajo, qué sé yo. Pero la nostalgia me atrapó hace unas semanas, antes de las fiestas patrias. Rodrigo (ahora en U.S.A.) y todos los otros ya no están. Pero les planteé la idea a mis hermanos, mis amigos de la actualidad, y nos embarcamos en la búsqueda. ¿Búsqueda? Sí, porque yo sólo me acordaba del camino inicial, una vez en el cerro, habría que buscar todos esos lugares y senderos, para llegar al estanque y al mirador. Pensé que sería fácil, una vez estando arriba. Pero no fue así. Afortunadamente, Marko y Oscar me siguieron a todas partes sin reclamar. Claro, nos perdimos. Intentamos atravesar un cerro siguiendo el ruido del curso del agua, del arroyo que bajaba desde el estanque. Pero fue imposible atravesar el tupido bosque nativo. Lo pasamos muy bien, recorrimos harto y respiramos mucho aire puro. Pero se nos oscureció y el estanque no apareció. Después me di cuenta de que el gran bosque de pinos, el que yo tenía como referencia (el oscuro bosque de la noche) ya no estaba. Lo habían echado abajo, por lo visto hace ya varios años, porque no quedaba rastro alguno. Nunca me pude ubicar, y la expedición fracasó. Perdidos, y hasta algo asustados, tuvimos que pasar a una casa en busca de orientación, para poder salir al camino. Y así, después de mucho caminar de regreso, volvimos a Nacimiento y a la rutina. Era un día domingo, y al siguiente había que trabajar. Pero estoy seguro que volveré allí. No sé cuándo, pero ahí estaré.


Porque tengo lágrimas reservadas para derramarlas en el Estanque, y un suspiro oculto para el Mirador, que liberaré cuando sienta el viento sobre mi cara, mirando al horizonte, recordando un tiempo que ya no volverá.

miércoles, 19 de marzo de 2008

SUEÑO DE ABRIL


Hay un sauce en medio del río
Llora sobre el agua y me ve pasar
En lo alto el sol vigila
Y observa cómo el agua arrastra mi cuerpo
La corriente me lleva
Millas y millas de flotar
Con mis ojos apuntando al cielo
Al azul interminable
Y al vacío infinito.

Lloro como un niño
O un sauce
Cuando veo el cielo cubrirse de gris
La lluvia cae sobre mi cuerpo flotante
Y cierro los ojos
Para no ver el triunfo de la tormenta.

El cielo llora
El sauce llora
Yo lloro
Entonces ella aparece
Cubre todo con su manto
Y el frío me atrapa.
La noche ha llegado.

Un banco de arena me detiene
Me pongo de pie y bailo
Es la danza de la soledad
La noche de Abril es la única testigo
Bailo sobre la arena y el río
Bailo bajo la lluvia implacable
Bailo y bailo.

Una lechuza me sobrevuela
Blanca como un fantasma
Se interna en el bosque y se posa en algún árbol
Yo no puedo ver nada
Ella llama desde lo profundo
Y abandono el río siguiendo su llamado
Ella convoca mi alma al sueño interminable
Y me entrego al bosque y a la noche.

La visión nebulosa confunde mis ojos
La oscuridad aveces puede engañar la mente
El brillo de la luna aparece
Tímidamente entre las nubes nocturnas
Y finalmente escucho el grito del tiempo.
El ave fantasma vela la noche
Mientras me duermo sobre el musgo húmedo
Para soñar eternamente
Hasta encontrar el verso perdido.