martes, 27 de octubre de 2009

MICROCUENTO


El vagabundo despertó una vez más entre botellas y cartones. Su pelo estaba reseco y almidonado, como siempre. Después de desayunar aire y restos de ron barato, habló con el doctor para saber si su alcoholismo tenía remedio. El doctor le dijo que sí. Que había que comenzar por la fuerza de voluntad, por las ganas de salir del problema. Con un buen baño su cabello se recuperaría y con un par de semanas sin ron barato ni nada de alcohol, olvidaría esas ganas incontenibles de beber. Era un buen doctor. Humano y comprensivo, y conocía bien su historia. Conocía su pasado y su presente, y sabía que una pena de amor, y el recuerdo de una mujer malvada, podían destruir la carrera de un médico, y hacerlo convertirse en un triste vagabundo.